domingo, 24 de marzo de 2013

268, RACHMANINOFF


Yendo de viaje, puse el Concierto n. 1 para piano y orquesta de Sergio R.

Es una de las piezas que me gustan. Por un parte, tiene ritmo. Luego, la instrumentación genial de los músicos rusos de principios del siglo XX. Además, tiene humor. Y, sobre todo, tiene sentido.

El amigo D. Sergio en plena juventud tuvo una depresión de caballo. A duras penas la gente querida que siempre tenemos cerca, le sacaron adelante. Con muchos temores volvió a componer música y en una de esas sacó un concierto lleno de vida.

En su concierto encontramos, rachas de temor y terror; melodías de enamorado; alargados violines de nostalgia, pentagramas de rutina. Para más y mejor, alusiones al Dies Irae de la misa de difuntos y al concierto para piano de Tchaikosky y algunas más.

Pero en medio de todos esos pedazos de vida, suena una música vibrante, intensa e insistente que rehace todo lo anterior y le da cohesión. Al final del concierto Rachmaninoff vuelve a colocar la alusión al Dies Irae. Y es que la mayor vitalidad no puede olvidar que somos frágiles y hemos de pasar por la muerte.

Esa mañana tuve una meditación sobre el vivir de la mano de Sergio R. Esa mañana tuve la gracia del Señor que no nos deja sin luz, esa que encontramos al mirarnos en el espejo de la música, esa verdad que tiembla y deslumbra, que arropa y nos hace fuertes como atalayas.

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