Yendo de viaje, puse el
Concierto n. 1 para piano y orquesta de Sergio R.
Es una de las piezas que
me gustan. Por un parte, tiene ritmo. Luego, la instrumentación genial de los
músicos rusos de principios del siglo XX. Además, tiene humor. Y, sobre todo,
tiene sentido.
El amigo D. Sergio en
plena juventud tuvo una depresión de caballo. A duras penas la gente querida
que siempre tenemos cerca, le sacaron adelante. Con muchos temores volvió a
componer música y en una de esas sacó un concierto lleno de vida.
En su concierto
encontramos, rachas de temor y terror; melodías de enamorado; alargados violines
de nostalgia, pentagramas de rutina. Para más y mejor, alusiones al Dies Irae de la misa de difuntos y al
concierto para piano de Tchaikosky y algunas más.
Pero en medio de todos
esos pedazos de vida, suena una música vibrante, intensa e insistente que rehace
todo lo anterior y le da cohesión. Al final del concierto Rachmaninoff vuelve a
colocar la alusión al Dies Irae. Y es
que la mayor vitalidad no puede olvidar que somos frágiles y hemos de pasar por
la muerte.
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