Como es natural la
actualidad nos resulta bastante acelerada. Pero aquí estamos viviendo este
momento tan impresionante.
Aquí llega el Papa
Francisco.
Sus padres italianos van
a Argentina a principios del siglo XX. Pasan por la crisis del 32 en la que
pierden toda una empresa familiar en Paraná. Y vuelven a emprender y a
trabajar. Su padre era contador y te tocó hacer un poco de todo. Entra en la
ferroviaria argentina y lleva un sueldo fijo a casa. Cinco hijos tuvieron. Los
papás y los hermanos han fallecido, excepto su hermana Mª Elena.
Jorge M. estudió en la escuela
técnica (formación profesional) y egresó Técnico Químico. Pero su vida estaba
pendiente de la voz de de Dios.
A los 19 años le quitaron
un quiste del pulmón y parte del mismo. Sanó del todo y ha vivido completamente
sano. A los 22 años entró en el noviciado de la Compañía de Jesús.
Su hermana Elena cuenta
una anécdota gozosa. Un domingo los amigos habían organizado un guateque en una
de sus casas. Allí estaba una muchacha que le gustaba a Jorge. Pero sorpresivamente
él cambio de planes. En vez de ir al baile fue a misa y poco a poco fue reafirmando
su decisión de ofrecerse como sacerdote jesuita.
Los estudios y puestos de
responsabilidad caracterizan su vida en la Compañía. Hasta que fue elegido
obispo auxiliar de Buenos Aires.
Una y otra vez nos habla
de los pobres y esperamos que el Señor le conceda valor para llevar a cabo el
Evangelio para los pobres de Jesucristo.
Hoy, en este quinto
domingo de cuaresma, el evangelio del perdón ha centrado sus palabras. En el Ángelus ha repetido: Dios nunca se cansa de perdonar. Somos nosotros
los que nos cansamos de pedirle perdón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario