La última película que he visto se titula GOLPE DE
EFECTO. Producida y protagonizada por Clint Eastwood es una nueva entrega del
genial director, productor y actor.
Por mi parte, os diré que si en los créditos de una
película aparece C. Eastwood me paro a informarme bien y enciendo el deseo de
conocerla.
GOLPE DE EFECTO cuenta una historia repetida en el
cine norteamericano: un ojeador de
jugadores fuera de serie para un equipo en particular. Pero en otras películas
los protagonistas han sido el jugador o el equipo, los amores del jugador y sus
fracasos sentimentales o en turbio negocio en el deporte-espectáculo, etc. Aquí,
no.
Es la historia de un ojeador a punto de jubilarse
por los límites físicos que tiene dada su edad (en este sentido rezuma la peli
una autenticidad inequívoca porque el mismo protagonista está pasando por esos
mismos lados). Pero también son protagonistas los jóvenes: la hija del
protagonista y un cazatalentos jovenzano; también los opositores al viejo ojeador;
también los corifeos: el grupo de amigos mayores y compañeros de la competencia.
Pero, en verdad la historia consiste en demostrar
que el hombre mayor tiene más recursos por su experiencia acrisolada que por los
medios técnicos o métodos que utilice: ahí está el golpe de efecto.
Aquí la confrontación es sangrienta: un técnico del
equipo utiliza las estadísticas, y los formularios en internet para descubrir
al jugador genial, que claro, dará mucho dinero a la sociedad deportiva (¡qué
cortas miras!). El sabio hace funcionar a los jugadores porque les apoya en el
plano humano: critica a los jerifaltes que abusan del esfuerzo de los jugadores
produciéndoles un desgaste tal que les aparta del deporte; saca adelante un buen
jugador perdido en California y alejado, demasiado, de sus padres,...
Pensé en la pastoral vocacional (PV) porque el
ojeador deportivo es mismamente lo que llamamos agente de pastoral vocacional
en la Iglesia. Y... cuántos errores. Siempre pensé que las congregaciones o las
diócesis que encargan de la PV a gente joven (25-35 años) no está acertada porque
sabe más el diablo por viejo que por diablo. Aunque también hay gente mayor que
no vale para estas cosas.
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