domingo, 25 de noviembre de 2012

256. ÓSCAR Y LA RESURRECCIÓN



Es uno de mis hermanos de la Iglesia de Pulgar. Es un muchacho joven entre 35 y 40 años, enfermo mental, inteligente y de buena memoria.
Ha habido varas ocasiones que he pensado en contaros quien es él, pero el pudor de hablar sobre su persona me lo ha impedido. Hoy creo que puedo contaros algo que os ayudará a vosotros también.

Viene todos los días a misa y se sabe las canciones. Comulga al Señor. Me aprecia tanto que dice que soy un tío suyo. El trato con él debe ser muy delicado y respetuoso, muy equilibrado. Esa es una de las enseñanzas de Óscar, nos pide-exige, un trato equilibrado. Si exageramos, si mezclamos sentimientos, si hablamos con indirectas, él lo advierte perfectamente y no le gusta. Esta es una lección que él nos enseña.

Su conversación, es muy buen  conversador, gira alrededor de sus proyectos y deseos. Pero, es que no le dejamos otra cosa. No sabe de fútbol, no sabe de pareja, no sabe de familia, no sabe de trabajo (le gustaría poner un negocio)... ¿Qué le queda?

Porque Óscar como cualquier ser humano tiene necesidad de comunicarse, de contar sus cosas (otra cosa que no puede porque le duele, es hablar de sí mismo), y recibir lo que el otro le diga, positivo, indiferente o negativo. Como cualquiera.

Conmigo tiene un tema siempre abierto: lo religioso. Al principio de conocernos, un día me comentó que él le pedía a Dios que resucitara ¡YA! a su abuelo ¿Es que Dios no le atendía? ¿Por qué? Y es que para Óscar Dios lo puede todo y no entiende que no le haga caso.

Hace unos días en el pasillo de la Iglesia me dijo: Yo lo que quiero es que ese señor (señalaba la imagen del Corazón de Jesús a quien tiene mucho aprecio) cuando muera, me traiga otra vez a la vida.

Creo que Óscar habla de la muerte como de una soledad tremenda. Para él la muerte es quedarse enterrado en el cementerio y por eso su oración para resucitar, ¡YA! Él desea estar con la gente y disfrutar. 

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