Esta
tarde me paré ante el semáforo en rojo y me puse al sol. El sol ya no sabía a
verano. Calentaba pero no quemaba.
Y es
que las lluvias de estos días han enfriado el ambiente. Por cierto, que como me
encanta la lluvia, recibir un día completo de agua serena y decidida me hizo
cantar todo casi todo el repertorio mientras estaba en casa.
Junto
a ese sol que comienza a vestirse de otoño, algunas estampas.
Me cuenta
mi amigo Jesús que Mª Carmen, su esposa, está embarazada y le he preguntado
cómo lo ha tomado Olivia, la mayor.
Me cuenta que no sabían bien cómo decírselo y la llevaron al médico a una
revisión de la mamá. Ella con los ojos todo abiertos miraba y miraba cómo el
médico auscultaba a la mamá. Ella le preguntó al médico: Oye, ¿qué le haces a mi mamá? El médico le dijo: La mamá está embarazada (era la primera
vez que oía esa palabra) y le miro a su padre, en el que estaba recostada. Su
padre le dijo, Mamá tiene un bebé dentro.
Entonces Olivia se levantó corriendo y se abrazó a la mamá y la cansó a besos
en su vientre.
Cuando
paseaba por la zona peatonal en Madrid eran tanto los estímulos, figuras, luces, rostros, andares, músicas y ruidos que
he tenido que echar la cancela a los sentidos y caminar como por la nieve.
Os
recomiendo una peli francesa: Le prenom
(El nombre). Es una comedia de las buenas. Te hace sonreír, emocionarte y...
pensar. Muchas veces ocurre que nuestras relaciones se van tiñendo de hipocresía,
etiquetas, y otras falsedades. Algunas personas se dan un tiempo para entrar al trapo
de la autenticidad, aunque duela.
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