He
vuelto de vacaciones y aquí estoy con vosotros.
Hace
unos días estuve en el campo en una casa que tiene mi cuñado y hermana. Las
grajillas habían hecho estragos en las macetas, una veintena que tiene mi
hermana en el portalón de la casa. Habían escarbado, habían hecho huecos a
veces como de un puño en la tierra, seguramente buscando raíces o larvas.
La
verdad es que gorriones y grajillas en estas fechas de septiembre caluroso lo
tienen difícil. La tierra está seca, los arroyos y manantiales están yermos y
la única humedad que tienen cerca es la de la tierra de las macetas, los
tiestos dicen por aquí, para escarbar y comer alguna cosa.
Mi
hermana es muy práctica y me pidió que buscara un buen puñado de cardos y
pinchos para colocar en las macetas. Le llevé una bolsa de plástico llena de
los que habían crecido en el camino. Y luego completé con algunas ramas de
carrasca (tipo de encina, arbusto no árbol). Toda la tierra de aquellas
pequeñas macetas quedó cubierta de pinchos. Más
adelante pregunté a mi hermana y me dijo que sí, que había sido un buen
remedio.
Os lo
comentó porque hay algunas cosas importantes para eso de aprender a vivir cada
día.
Por
una parte, todo lo que cría la naturaleza tiene utilidad si el ser humano sabe
aplicarla con inteligencia y bondad. Los cardos secos no sirven de nada, ¿o sí?
Cuando
están lozanos, verdes y con flor son un buen adorno a la vera de los caminos y
de los jarrones de nuestras casas de pueblo. Cuando están secos y lustrosos son
empleados en adornos de flores secas. Pero ¿y cuando están caídos, llenos de
polvo y medio desgajados? ¿Sirven de algo? Ya lo veis. Sí sirven de algo. No
despreciéis nunca lo malo y deslabazado que tengáis a vuestro lado o dentro de vosotros.
Si buscáis hacer el bien encontraréis un buen remedio.
Entre
las macetas hay una que mi hermana pone especial cuidado. Aurelia, una buena
amiga de Gamonal le regaló una magnolia crecida, un arbolito, pero... este invierno
se heló. La dejó a un lado hasta que a principios de verano echó hojas y sigue
creciendo. Esa plantita que ha rebrotado está bien defendida por un manojo de
cardos de los que se llaman seteros por estas tierras.
1 comentario:
Hola, José Ramón.
Leer la descripción de ese día en la casa de campo me hizo sentir como la magnolia que rebrotó sus hojas, volvieron a brotar en mí los recuerdos de cuando estuvimos en esa misma casa, hace seis años ya, compartiendo con la familia, nuestra familia. Fue un domingo donde la comida fue tan deliciosa como la plática que tuvimos todo el día y que terminó con una bella sorpresa que Sole le dio a Raulito: un pastel con el escudo del Real Madrid.
Los recuerdos son como esos cardos secos que nos ayudan a llenar los huecos de nostalgia que nos deja la distancia, y que nos protegen de olvidar a las personas que amamos y nos aman.
Dios te bendiga y gracias por evocar los recuerdos.
Recibe un fuerte abrazo de tu familia mexicana que tanto te ama.
Raúl, Maribel, Ebenezer y Raulito.
Publicar un comentario