Usain
Bolt es un personaje de nuestro tiempo. Conocido y reconocido. Él mismo dice
que es leyenda.
No he
buscado en internet datos que los habrá de sobra estos días. Sino que os voy a
decir la impresión que me produjo y algún
comentario.
En la
tele dijeron que tenía una mala salida en las carreras porque una pierna la
tiene más larga que otra, ¡Qué barbaridad! ¡Cualquiera lo diría! Y de nuevo el
comentario. Los que se rigen por estadísticas fisiológicas, sociales o
espirituales deberían pensarse sacar consecuencias tajantes, porque resulta que
la realidad es mucho más creativa e inesperada. Ya sabéis que san Pablo dice
que Jesucristo es la realidad.
Vi las
dos carreras: la de 100 metros y la de 200. Me quedé admirado de este hombre
joven jamaicano En la de 200 entró de chifla, casi, casi jugando, mirando a
todos lados, disfrutando. Lo mismo os digo. En algunas carreras que he visto me
quedaba observando los rostros de los atletas. La mayoría de los rostros
parecían concentrados, pero era la apariencia. Estaban rígidos, ansiosos.
Siempre, en todas las carreras había algún rostro distendido y alegre. Gozando
de la vida. Aquí quiero recordar el gusto que daba ver la sonrisa de Shelly-Ann
Fraser-Pryce (que bien suena ese nombre) antes de comenzar la carrera.
El
amigo Bolt se santigüaba a su manera, no lo pondría de modelo para los pequeños
de la primera comunión, pero sí lo pondría de modelo para los preadolescentes.
Porque aquel garabato que para algunos pudiera parecer incluso irreverente, es
un auténtico signo de fe. Incluso una especie de kerigma gestual.
Pero
Usain Blot me sorprendió por otro gesto. En la carrera de los cien metros
llevaba una crucecita de oro en una cadena alrededor del cuello. En la carrera
de 200 metros llevaba una medalla en su cadena de oro. Cuando vi la crucecita
comprendí que era católico, porque los evangélicos aborrecen toda imagen. Pero
cuando vi la medallita comprendí que era claro. Disfruté mucho con esto.
Y luego, sus juegos. Después de los 200 metros
se puso a hacer flexiones ante los fotógrafos. Luego, los abrazos en grupo.
Después, jugando con la bandera de Jamaica como si fuera un avión (otros
también lo hicieron) y, luego, jugando con
los fotógrafos. Le pidió a uno de ellos una cámara enorme y se puso a
hacer fotos a ellos mismos. Además de correr muy bien resulta que es agradecido
y sabe que su éxito depende de los reporteros gráficos en mucha medida y ahí
estaba jugando con la cámara delante de todos.
Y...
todo un detalle. Después de una de las carreras la reportera del TVE se acercó para
hacerle unas preguntas. Le soltó la pregunta y Bolt le pidió que esperase un
momento porque estaba sonando el himno de un país. No pusieron cual, aunque se
vio a una atleta que había recibido una medalla de oro escuchando respetuosamente
ese himno... Todo un detalle de educación social y de respeto cívico para
aprender.
Por
último, Usain Bolt es un hombre feliz. Decía, Yo soy leyenda como si eso fuera un juego (es lo que es) su
expresión y su alegría le quitaba todo endiosamiento, toda seriedad
antropocéntrica.
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