Lope Rubio Parrado, es un
buen amigo y como buen amigo referencia para muchas cosas de mi vida personal y
de sacerdote. Como suele ocurrir muchas veces, no tiene fundamento la relación
en una comunicación frecuente o prevista. No. Entre nosotros hay poca comunicación,
acaso puntualmente una o dos veces al año. Pero eso sí, como dicen ahora, de
calidad. En ocasiones son breves frases en medio de un barullo. Otras, unas frases
concisas escritas en una tarjeta, raramente una larga conversación
Le
envié el libro EL PATIO HABITADO y me ha respondido con unas palabras bien
sentidas.
Lope a
sus 77 años, ya ha celebrado sus bodas de oro, marcha al seminario de La Habana
como formador con un compañero joven Juan Manuel. El Señor lo ha ungido con una
misma vocación y dos características: ser sacerdote operario diocesano para la
formación de las vocaciones y para el buen gobierno de muchos de nosotros.
Lo conocí
cuando era sacerdote joven, 28 años, y él era delegado del director general de
la Hermandad para España. Él encauzó mi vida pastoral. Me ofreció formarme en
la pastoral con jóvenes para a trabajar en el IVMA con Luís y Paco ¡cómo no!
Así que estudié un curso completo, un máster, con los amigos escolapios en el
ICCE de Madrid. Fue fenomenal.
Luego
fue vivir en misionero con la maleta hecha siempre de aquí para allá y con sede
en Salamanca y con viajes prolongados a latinoamérica, dos o tres meses algunos
años, para la formación de agentes de pastoral vocacional. ¡Qué buen equipo formábamos Luís, +Javier Calvo, +Isaac Gallego y un servidor! Luego se fueron uniendo Vicente Hernández y Julio García Velasco.
Comprometido
con la pastoral de las vocaciones y siendo director general promovió la creación
de Institutos de Pastoral Vocacional (IPV) en latinoamérica. Con Vicente Zueco, que
ha fallecido hace unas semanas, creamos el IPV de Buenos Aires que continúa boyante
y ha colaborado en la formación de miles de agentes de pastoral vocacional en
Argentina y en toda latinoamérica. Luego vino el nacimiento de los IPVs en México y Washington y.. en Caracas. Allí
me envió en el año 1988 para la creación de este IPV y allí lo formé, lo desarrollé y lo dejé
con colaboradores y con buena salud en el año 1996.
Después
de esa etapa de movimiento continuo entré en una etapa de quietud continua. Pasé
a México y luego aquí en España.
Lope
conoce las heridas de mi intimidad y no le tengo miedo porque sé que me respeta
desde la sabiduría y la oración. En alguna ocasión se ha equivocado, pero los amigos no son Dios.
Hoy
como veis le hago un pequeño homenaje a este cura valiente y claro, con esa
claridad de las tierras altas de Zamora, que emprende una nueva ruta en Cuba
para la formación de los futuros sacerdotes
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