lunes, 18 de junio de 2012

238. SOLEDADES



Este fin de semana ha sido generoso en celebraciones. Por una parte, la celebración de las Confirmaciones: 20 adolescentes y tres adultos. Eso significa que tuvimos la celebración del Perdón el viernes por la noche, bastante tiempo escuchando a los muchachos, papás y padrinos y dándoles el perdón radical de Dios. Estuvo un compañero ayudándome, ¡qué maravilla estas echadas de mano! Pero el sábado tuvimos el ensayo por la noche y la celebración del domingo. Todo OK. Hacía tiempo que no había esta celebración en la parroquia, así que muy contento.

Pero luego además, el sábado una boda muy hermosa. Gocé del cariño de los novios y sus familias, aunque tuve que luchar para que entendieran que esta forma de hacer es la más humana y humanizadora, o sea, es la más religiosa. Jorge y Vanesa llevaban conviviendo tres años y en ese tiempo tuvieron un hijito: Víctor, de apenas tres meses. Vinieron pidiendo el matrimonio para ellos y el bautizo para hijo. Les fui persuadiendo, como a su familia, que era mejor celebrar por separado ambos sacramentos dejando el protagonismo a cada quien. Dios siempre mira la autoestima del sujeto aunque muchos no lo entiendan. Me sentí muy querido de ellos y sus familias en una celebración equilibrada, sin aspavientos socio-emocionales pero con la emoción y el sentimiento de la fe.

El domingo por la tarde el Bautismo de Miguel Ángel, tiene cuatro meses y sus padres han querido bautizarle. Este bautismo es de la clase martirial como dice el amigo José María. Un día de estos os lo explico.

Pero en medio de tantas gentes y actividades públicas hay un tipo que se llama José Ramón que tiene 64 años y es un decidido de la vida con esperanza. Y cuando entra en la casa silenciosa y sola se le ocurre que qué bueno sería tener a un alguien con quien compartir alegrías y tristezas, más alegrías que penas. Un alguien físico porque el amigo Espíritu y la presencia compañera de Jesús que señala al Padre de toda Comunión, está bien claro.

Es verdad que la sensación dolorosa de esa soledad es puntual aunque a veces diaria.

Algunos dicen que el mejor modo de vivir esa soledad es la comunidad religiosa y sacerdotal. Sí es cierto. Pero no todos valemos para ello. O simplemente que no todos tenemos los mismos dones.

- Reconozco que la vida en soledad es el ambiente silencioso en el respiro salud.
- Reconozco que vivir solitario me ayuda a saberme cuidar
- Reconozco que vivir solo me abre las puertas de corazón a los aislados y marginados del mundo.
- Reconozco que el silencio es un tesoro donde se despierta la autocrítica sin culpa ni daño.
- Reconozco que el Señor Dios está detrás del silencio. Casi, casi os diría que el silencio es la cortina menos espesa y opaca que nos sitúa en Dios.
- Reconozco que el Corazón de Cristo ha sido rasgado y la cortina se ha hecho pedazos para nuestro bien: Tenemos libre acceso a Dios. O dicho de otra manera: DIOS ES EL GENIO DE LA ACCESIBILIDAD.

En fin que estando sólo me duelen a veces los sentidos, se despierta el alma, conozco a Cristo, me hago más amigo de los amigos y me encamino a los más solitarios de mi pueblo.

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