domingo, 15 de mayo de 2011

192. ORACIÓN




Hace unos días una persona me contaba su experiencia oración. Eso me dio la chispa para escribiros hoy sobre este cura que, entre cosas, reza.

Veréis. Rezo por la mañana la oración de la Iglesia, laudes, y casi todos los días el oficio de lectura porque hay días que hago el oficio de lecturas por la tarde con la oración de vísperas.

No siempre tengo ganas de rezar por la mañana, me siento más libre en mi cabeza por la tarde, quizá porque es el final del día y luego celebro la Eucaristía con mi gente en la parroquia. Pero también me pasa que por la mañana tengo la cabeza llena de las cosas urgentes que tengo que hacer. Ya veis que este cura vive con demasiadas fantasías y no se atreve a madurar al ras del suelo, de la realidad, que por cierto dice san Pablo que es Cristo.

Hago la oración de la Iglesia porque me parece más objetiva. No es MI oración es la oración de la Iglesia. Además es oración comunitaria. Aunque haga la oración en la soledad de la casa (bueno en la cocina que es grande y es lugar de trabajo, oratorio, comedor, sala del audiovisual,...), no estoy solo. Ante todo porque es la oración de Jesucristo que reza conmigo y por eso mismo es la oración maravillada de su Iglesia. Además, me encanta rezar por mi gente, mucha gente, no sólo la de Gamonal y El Casar.

Hay días que mente, corazón y labios están sincronizados. Es un gusto, porque hay días que cada uno tiene su propio galope y refrenar y sintonizar esos caballitos es difícil.

Sé, me gusta mucho la expresión de santa Teresa de Jesús, que no es el gusto la garantía de la mejor oración. Pero reconozco que el Señor a veces se pasa dando gracias y cariños.

Siempre, la oración de los salmos, me deja un mensaje, un versículo que se aloja en el interior y a veces dura unos cuantos días.

Pero además, la oración de conversa con el amigo y compañero Jesús, el Cristo. Todos los días de madrugada, cuando me despierto, estoy un rato rezando. Desde hace años recito y me recreo en la oración de confianza al Corazón de Jesús. Recuerdo que mi madre me envió una estampa con ella cuando estaba en Venezuela y estaba sufriendo mucho. En esa vela nocturna le hablo al Señor de las personas, de los proyectos, de las preocupaciones, de las alegrías y la bondad que derrama en mi vida.

También desde hace años rezo el rosario cada día. Una gozada. Es un rosario discontinuo. O sea, rezo los misterios cuando mejor puedo, terminando por la noche en la cama antes de dormir. A estas horas de la noche hoy he rezado completos los dos primeros misterios gozosos y medio del tercero.

Repasar los misterios gozosos me dan paz; los misterios luminosos me dan alegría, los dolorosos me dan tristeza y angustia; los gloriosos me levantan el ánimo y me empujan al compromiso de vida. Ya veis.

Bueno, otro día os cuento más cosas.

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