domingo, 22 de mayo de 2011

193. DANIEL, JORGE Y CÉSAR



Sé que algunos que leéis el blog, porque me lo habéis dicho, os encantan los cuentos, las pequeñas anécdotas, de los monaguillos. Así que aquí os cuento varios sucedíos.

DANIEL. Ya os he hablado de él. Es monaguillo en la Iglesia de El Casar de Talavera. Su afición son los aviones, ve programas de TV, lee folletos y se aprende las características de los aviones tanto comerciales como militares. Le gusta hacer maquetas y es muy inteligente.

Hoy hemos repartido unas estampas de Juan Pablo II por quien tengo respeto y veneración. Después de repartirlas me ha dicho: SE TOMÓ LA VIDA DIFÍCIL. Ya veis eso es lo que le ha impresionado. Y es normal, Juan Pablo II fue huérfano desde pequeño, vivió la crueldad nazi. Luchó como joven por su pueblo y su cultura y entró en el seminario cuando estaba en la edad dorada de su juventud siguiendo a ese amigo que llevaba siempre en el alma, Jesucristo y se entregó a Él para lo que quisiera.

JORGE. Es el monaguillo de Gamonal. El verano pasado tuvo un accidente con la bici que le causó una fisura en la cadera izquierda. Le descubrieron descalcificación. Este año cumple diez años y ya sabe de hospitales y quirófanos, estuvo dos meses internado.

Aprende fácilmente y es cariñoso y fiel. Ayer tuvimos tres celebraciones en la Iglesia: la Primera Comunión del seis niños. El bautizo de una niña y la misa del sábado. Vino a todas las celebraciones. Cuando volvíamos a casa a las 9:30 de la noche, le dije que lo importante era disfrutar de todas las cosas que hacíamos. Él se paró y me dijo muy serio: UNA COSA ES DISFRUTAR Y OTRA COSA, EL CURRO. Está claro que mi monaguillo se ve trabajando en las tareas de las celebraciones, porque a eso de trabajar le concede mucho valor.

CÉSAR. No es todavía monaguillo pero a lo mejor lo es. Este año ha hecho la Primera Comunión y es la condición que pido a los monaguillos, que hayan hecho la Primera Comunión.

En la celebración del sábado, César estaba nervioso pero no activo estaba más bien callado y serio. Poco a poco a los niños les fui sacando el buen humor que llevan dentro.

En la homilía les contaba la historia de Elías. Un ángel vino cuando estaba dormido y le dijo: ¡Despierta, Despierta! Estas palabras las dije moviendo el hombro de César. Pero, el micrófono... falló. Luego vi que el cable tenía una parte dañada y que al tirar para acercarme a los niños se desconectó.

Dejé el micrófono en el soporte y me fui al del ambón, pero cuando dejaba el micrófono, César me dijo: ¡QUE YO NO HE SIDO!

Se lo contaba a mi gente cuando seguí la predicación y se reían de buena gana.

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