jueves, 5 de mayo de 2011

191. 24 HORAS CON JUAN PABLO II



Estas letras son mi homenaje a un hombre que no tuvo temor de mostrar su cuerpo enfermo y su alma joven.

Era febrero de 1996. Era el segundo y último viaje de Juan Pablo II a Venezuela. En la parroquia lo habíamos preparado como corresponde porque la visita del Papa nos confirma en la fe de cada día. Os cuento el itinerario.

El sábado a las 10 de la noche comenzamos a caminar. Habíamos quedado a la puerta de nuestra pequeña iglesia para ir al aeródromo donde esa noche haríamos vigilia y a la mañana siguiente Juan Pablo II presidiría la Eucaristía del domingo celebrándola con los obispos, sacerdotes, diáconos y todo el Pueblo de Dios.

El aeródromo estaba a unos tres kilómetros de la parroquia. Un paseo muy agradable a esas horas en las que ya no hacía tanto calor (todos en manga corta, claro). Íbamos unas treinta personas pertechados todos de bocadillos (buenas arepas), botellas de agua, fruta y chocolate.

Al llegar nos condujeron al sitio donde nos había tocado. Todo estaba parcelado con cintas para que todos tuviéramos un lugar. Estábamos lejos del escenario y allí se sucedían las canciones y el rezo del rosario. Nos adormilamos todos. Cuando comenzó el friíto de la madrugada hubo que echar mano del café calentito.

Sobre las 8:30 me despedí de mi gente porque los sacerdotes teníamos que estar a esa hora en determinado lugar. Todos andábamos buscando el aseo así que el primer encuentro presbiteral fue en la larga cola del baño.

Nos lavamos, nos revestimos con el alba y la estola y a esperar al Papa. Nos regalaron una gorra de visera blanca para el sol ardiente de la mañana caraqueña. La celebración comenzó a las 11. Fue muy bien organizada y al Papa se le veía, como siempre, feliz de estar con la gente.

Después de la comunión quedé con mis gentes para continuar la marcha. A eso de las dos de la tarde emprendimos el camino. Había doce o trece kilómetros. El siguiente acto del Papa era en la ciudad universitaria católica Andrés Bello. Allí iba a ser el encuentro con los jóvenes. Verdaderamente Juan Pablo II convirtió en protagonistas a los jóvenes de la Iglesia. Nunca se les olvidará.

A eso de las cinco de la tarde llegó el Papa. Se divertía viendo bailar a los jóvenes bailes populares, folklóricos y bailes modernos. Luego, los testimonios, y las palabras del Papa. Sobre las siete de la tarde nos despedimos y desde allí caminando a la parroquia. Llegamos sobre las 10 de la noche. Total 24 horas. Ese día comimos poco pero el sueño era más acuciante y me acosté hasta bien entrada la mañana del día siguiente.

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