lunes, 18 de febrero de 2013

264. CARTA A BENEDICTO XVI


Querido Papa:

El lunes pasado camino a Madrid puse las noticias en la radio y estaban comentando la renuncia que habías presentado para seguir como Papa, un rato antes.

Lo primero que me pasó fue sorpresa. Aunque me duró poco no porque esperara que tu ibas a renunciar, sino porque estoy convencido que el Papa puede renunciar y lo debe hacer si lo cree conveniente.

A mi alrededor, hay reacciones diferentes. Unos, con sentido común piensan que una persona con 86 años y con los achaques propios de cada uno a esa edad no se le puede pedir que esté al frente de la Iglesia. Algunos muy católicos, lo ven mal porque piensan que el Papa debe morir con las botas puestas. Otros, desde nuestra sociedad secularizada piensan que ante la corrupción del Vaticano, tu renuncia supone esconder lo demás.

Por mi parte, me he puesto a pensar en ti y en lo que llevas por delante. Y aquí tienes mis palabras.

BUSCADOR DE LA VERDAD. Es cierto que el periodo en el que estuviste al frente de la Congregación de la Doctrina de la Fe, recibía una imagen de ti, como hombre fuerte, de doctrina segura, intolerable y hasta perseguidor de teólogos. De esa época, sin embargo, me quedaba un resquicio y fue la respuesta a la teología de la liberación que hicisteis en ese momento. En varios puntos me parecía una postura moderada y hasta estimulante para aquellos teólogos.


VERDAD Y HUMILDAD. Pero ocurre que cuando uno busca la verdad, la encuentra. Sé, por mi propia experiencia, que buscar la verdad nos lleva a los límites. Es decir, quien busca encuentra siempre los diferentes muros de las cosas. En la ciencia, teología, fe y moral. Psicología y razón, vida y amor. Todo tiene sus límites. También el ser humano.

Pero en la Iglesia no somos dados a este ejercicio de humildad. Reconocer los propios límites y actuar en consecuencia no es práctica habitual. Hasta el punto, como bien sabes querido Papa, que por ocultar los límites de las personas ha habido en la Iglesia graves equivocaciones. Sé que has sufrido con los miles de casos de pederastia en los sacerdotes. ¡GRACIAS POR RECONOCER TUS LÍMITES Y ACTUAR EN CONSECUENCIA!

Y aquí un tema teológico sobre el que me gustaría que escribieras algo y lo dieras a conocer: Las nuevas RELACIONES ENTRE NATURALEZA Y GRACIA. Iluminarías la antropología teológica, el camino de la sanidad psicológica para muchos católicos y la teología de la vocación, por lo menos.

LA VERDAD DE LA CRUZ. Quizá muchos piensen que el Papa no tiene que subir a la cruz. O que si sube es en el ámbito privado para que otros saquen conclusiones ¡Qué alegría verte en la cruz! Para muchos de nosotros, caminantes peregrinos, verte en la cruz es una señal inequívoca de que Cristo ha ido haciendo su obra en ti y en tu ministerio.

DE LA CRUZ A LA PAZ. Estos días te veo con fuerza. Hoy comienzas ejercicios espirituales. Tienes el don de la claridad. Te veo con empuje. Ayer nos decías que todos los miembros de la Iglesia necesitan renovarse saliendo del orgullo y del egoísmo y dirigiéndose hacia el amor de Dios.

Querido Papa Benedicto, cuenta con mi oración y la de mis gentes. Un abrazo.

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