![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgA31TLw6lzJg_h_SAv89kAQ_bhDAwz-Oj1PIkFb0ZrdoOnqAAPH6YK-AqlvDSli5CqBB0hEUoQYY9JwuNLcKT62iv2p3yABwrWMTQFQL316WkR8-3R2MKVFC-QvfW7LZeNq3-INUtZ5COe/s400/Confesionario.jpg)
No se llama Marina. Tampoco vive en Gamonal, Velada o Talavera, pero vino a nuestro viaje-peregrinación a Monserrat y a la Sagrada Familia de Barcelona.
Ha tenido que echar cara a la vida desde pequeña, a los 9 años estaba sirviendo en una casa rica del pueblo. Nos ha contado anécdotas e historias sin fin en los viajes largos y ha sido, sin duda, la persona que ha creado el buen humor del grupo en los días del viaje. De entre todas las historias os cuento tres. Otro día os contaré otras más.
NOCHEBUENA. Estaban bordando un mantel para la mesa de nochebuena de una familia rica del pueblo. Eran la madre y dos hijas más un hijo. Todos viviendo en la mayor pobreza. Con lo que les dieran comprarían lo necesario para la cena de Navidad.
Pero, como un milagro, llegó el cartero con una caja de galletas que le mandaba la hermana mayor que trabajaba en la capital y mil pesetas que les mandaba un tío suyo hermano de su padre.
Fue el delirio. Todas aquellas mujeres lloraban de alegría y no sabían que hacer. Por lo pronto la madre mandó comprar un pollo para la cena de nochebuena a una de las muchachas.
ATRACO. Iba un día por la calle nuestra amiga Marina. Vio a una pareja de gitanos que estaban discutiendo en la acera y al pasar ella por aquel lugar el hombre le sacó una navaja y le dijo: ¡Dame lo que lleves o te corto la cabeza! Marina le respondió: ¡Pues estaría bueno, ahora que me han quitado un riñón! El gitano al oír lo del riñón, le preguntó: ¡Y cuánto te han dado por él! Marina le dijo: No lo he vendido es que tenía un tumor y me lo han quitado. El gitano insistía: ¡Anda, dime cuánto te han dado! Lo mismo vendo uno de mis riñones y ésta otro, y salimos de deudas! Ella les siguió diciendo que no lo había vendido y cuando la gitana intervino diciendo que a ella no la quitaban un riñón y el gitano volvió a discutir con ella, Marina se escabullió corriendo y ahí quedó la cosa.
CONFESIÓN. Hacía mucho tiempo que no se confesaba. Marina fue a su parroquia y se acercó al confesionario. Le dijo al sacerdote que quería comulgar, que tenía muchos deseos de comulgar y que venía a confesarse. El sacerdote le preguntó por sus pecados y ella le dijo que no tenía pecados. Llegados a este punto, el sacerdote se enfadó y le dijo: ¡La única que no tiene pecados es la Virgen María! Con su voz enfadada le empezó a preguntar: ¿No dice alguna mentira? A lo que Marina le dijo que sí. ¿No critica a sus vecinas o familiares? A lo que Marina le dijo que sí. ¿No ha discutido con su marido? A lo que Marina le dijo que sí y que muchas veces. El sacerdote le dijo: ¿Te das cuenta? Sí, tienes pecados. Y le recordó que la única que no tenía pecados era la Virgen María.
¡Que lo disfrutéis!
No hay comentarios:
Publicar un comentario