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El año pasado el 6 de marzo 2010, sábado, estaba todo preparado. El autobús, los permisos de los padres, el sitio,... todo. Pero amaneció un día frío y repelente de invierno. Rachas de viento gallego (del norte), aire, lluvia y mucho frío. Tuvimos que dejarlo con bastante malestar por parte de mis muchachos de Confirmación que todavía no tienen entrenamiento para tolerar las frustraciones de la vida, que son bastantes.
Este año, todos animados. Esta semana hizo un tiempo buenísimo y aunque la nieve en la cara sur de Gredos se fue diluyendo, esperábamos que la cara norte respondiera. Y respondió.
Ayer nos fuimos a la nieve. El día de sol espectacular. Muchísima gente en la plataforma de Gredos.
Una maravilla. Los mismos muchachos encontraron el lugar cerca del camino en unos riscos al abrigo. Allí, las mochilas y la merienda. Junto a las piedras un par de rampas pequeñas unos cinco metros cada una con suficiente declive para tirarse a la nieve y tirarse nieve. Un festival. Tanta euforia llevaban y tanta vitalidad que estuvieron dos horas y media jugando sin parar. Ni el recuerdo de los bocadillos hizo mella en ellos. Me quedaba admirado de la resistencia de estos muchachos.
Fueron veinticinco. Los dos grupos de catequesis de Confirmación más un buen grupo de arrimaos. No hubo peleas, se hicieron los subgrupos naturales y lo pasaron muy bien.
Vino Sergio y su novia Cefe, que actuaron de monitores.
Tuvimos un accidente. Cuatro amigos se decidieron a hacer un trineo con las bolsas de plástico a lo grande, los cuatro bajaban por la pendiente y aterrizaban... como podían. Sergio estaba al quite para que no chocaran con las peñas del camino. Pero en una de ellas... ¡crack! la clavícula de Pablo se rompió. Le dolía el hombro y le estuve moviendo el brazo, el codo, la muñeca y vi que el hombro no era, pero no pensé en la clavícula. Cuando llegamos al pueblo a las seis de la tarde lo llevaron al centro médico y de allí al hospital. Hoy he hablado con él. Le preguntaba si estaba triste o enfadado. Me dijo que no, que estaba bien y tranquilo. Lo sé. Pablo es un muchacho sereno y reflexivo y sabe que no hubo culpa de nadie.
Estas palabras de hoy se las dedico a él.
Por mi parte gozando de la vida que Dios nos da. Me quemé la cara un montón (como un cangrejo, dicen mis vecinas). No tuve la precaución de darme un protector solar. Pero así puedo compartir con todo el que me pregunta lo bien que lo pasamos.
Este año, todos animados. Esta semana hizo un tiempo buenísimo y aunque la nieve en la cara sur de Gredos se fue diluyendo, esperábamos que la cara norte respondiera. Y respondió.
Ayer nos fuimos a la nieve. El día de sol espectacular. Muchísima gente en la plataforma de Gredos.
Una maravilla. Los mismos muchachos encontraron el lugar cerca del camino en unos riscos al abrigo. Allí, las mochilas y la merienda. Junto a las piedras un par de rampas pequeñas unos cinco metros cada una con suficiente declive para tirarse a la nieve y tirarse nieve. Un festival. Tanta euforia llevaban y tanta vitalidad que estuvieron dos horas y media jugando sin parar. Ni el recuerdo de los bocadillos hizo mella en ellos. Me quedaba admirado de la resistencia de estos muchachos.
Fueron veinticinco. Los dos grupos de catequesis de Confirmación más un buen grupo de arrimaos. No hubo peleas, se hicieron los subgrupos naturales y lo pasaron muy bien.
Vino Sergio y su novia Cefe, que actuaron de monitores.
Tuvimos un accidente. Cuatro amigos se decidieron a hacer un trineo con las bolsas de plástico a lo grande, los cuatro bajaban por la pendiente y aterrizaban... como podían. Sergio estaba al quite para que no chocaran con las peñas del camino. Pero en una de ellas... ¡crack! la clavícula de Pablo se rompió. Le dolía el hombro y le estuve moviendo el brazo, el codo, la muñeca y vi que el hombro no era, pero no pensé en la clavícula. Cuando llegamos al pueblo a las seis de la tarde lo llevaron al centro médico y de allí al hospital. Hoy he hablado con él. Le preguntaba si estaba triste o enfadado. Me dijo que no, que estaba bien y tranquilo. Lo sé. Pablo es un muchacho sereno y reflexivo y sabe que no hubo culpa de nadie.
Estas palabras de hoy se las dedico a él.
Por mi parte gozando de la vida que Dios nos da. Me quemé la cara un montón (como un cangrejo, dicen mis vecinas). No tuve la precaución de darme un protector solar. Pero así puedo compartir con todo el que me pregunta lo bien que lo pasamos.
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