Dice
Shakespeare que el principal enemigo del ser humano es la confianza en sí
(excesiva, claro).
Hace semanas
han ocurrido dos hechos que lo ponen de manifiesto.
Por una
parte, el caso de unos espeleólogos que salieron en grupo a pasar una semana en
una zona montañosa. Eran una asociación. Cuando llevaban unos días parte del
grupo, tres personas, propusieron y decidieron irse por su cuenta a investigar
unas grutas. Me he preguntado a veces qué pasó en el grupo. Si algunos de los miembros
les apoyaron o por el contario, rechazaron la propuesta. El caso es que dos de ellos
murieron en una sima difícil y complicada. ¿Hubo excesiva confianza en sí
mismos?
Otro
caso. Hace unas semanas también en la costa cantábrica, un señor fue a los
percebes. Era un día complicado en el mar y algunas personas que le vieron le
advirtieron. Como tardaba en volver fueron a avisar a su esposa la cual les
dijo que perdieran cuidado, que el percebeiro conocía la zona “como la palma de
su mano”. A los pocos días fue encontrado ahogado. ¿Hubo excesiva confianza en
sí?
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