Al inicio de la primavera se celebra el
día mundial de la poesía. Un nombre un poco pomposo.
Coincidieron
varias cosas: la entrevista a Antonio Gamoneda en la que afirmaba que EN ESTOS,
MOMENTOS ESTOY RECUPERANDO SERIAMENTE LA SOLEDAD. Me alegré mucho porque esa es
una tarea mía de cada día y no es fácil.
También
la muerte de un poeta oculto
portugués, que no conocía, Herberto Hélder. Así que os entrego unos poemas.
EL POEMA
I
Un poema crece inseguro
en la confusión de la carne.
Sube aún sin palabras, sólo ferocidad y placer,
tal vez como sangre
o sombra de sangre por los canales de ser.
Fuera existe el mundo. Fuera, la espléndida violencia
o los granos de uva de donde nacen
las raíces minúsculas del sol.
Fuera, los cuerpos genuinos e inalterables
de nuestro amor,
los ríos, la gran paz exterior de las cosas,
las hojas durmiendo el silencio
— la hora teatral de la posesión.
Y el poema crece tomando todo en su regazo.
Y ya ningún poder destruye el poema.
Insostenible, único,
invade las órbitas, la superficie amorfa de las paredes,
y la miseria de los minutos,
y la fuerza equilibrada de las cosas,
y la redonda libre armonía del mundo.
—Abajo, el instrumento perplejo ignora
la dificultad del misterio.
—Y el poema se hace contra el tiempo y la carne.
H. Hèlder
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Nos
sentamos a beber madrugada y oscura.
De tan sedientos,
pronto la luz crecía.
JR Romo
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A Antonio Machado
Tus palabras íntimas se quedan en rescoldo
que sabe a beso de madera.
Tus palabras entran en el olvido
por las puertas de los sueños
y reposan en ese punto esquivo
que me complace.
JR Romo
De tan sedientos,
pronto la luz crecía.
JR Romo
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A Antonio Machado
Tus palabras íntimas se quedan en rescoldo
que sabe a beso de madera.
Tus palabras entran en el olvido
por las puertas de los sueños
y reposan en ese punto esquivo
que me complace.
JR Romo
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