domingo, 23 de noviembre de 2014

324. MUERTE AL AMANECER


Los cinco muchachos iban caminando por el arcén en fila india. Llevaban una hora caminando y les quedaba otra hora para llegar a casa. Estaba amaneciendo, iban camino del sol.

De pronto, un coche se los lleva por detrás. Las tres niñas quedan muertas en la carretera. No les dio tiempo para ver la cara de la muerte.

El conductor llama a la guardia civil y comienza la tragedia de las familias y los pueblos.

Esta tarde ha sido el funeral en Fuensalida. El amigo Félix, el párroco ha acompañado a las familias y al pueblo en un dolor tan grande.

He leído los periódicos y sobresalen ante mi dos dimensiones: la pobreza y las costumbres bárbaras de las fiestas de noche.

Los datos de las familias son de personas trabajadoras y pobres. Una niña de Escalonilla, otra de Portugal. Familias heridas por la distancia, por las separaciones,… ¡Cuánta soledad llevan a veces nuestros jóvenes en su corazón! Quizá por ello tienen que abocarse al descontrol de una noche de fiesta.

¿Quién puede parar este descontrol de las noches de fin de semana para los adolescentes y jóvenes? Seguro que no queremos que sigan muriendo y… entonces.

Encomiendo a Jesucristo a estas víctimas de la carretera en una madrugada del sábado. Encomiendo a sus familias destrozadas por la muerte desgarradora. Encomiendo a nuestros jóvenes para que vayan poniendo cabeza en medio de este mundo nuestro, aliado con la destrucción del ser humano.

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