Los cinco muchachos iban caminando por el arcén en fila india. Llevaban una
hora caminando y les quedaba otra hora para llegar a casa. Estaba amaneciendo,
iban camino del sol.
De pronto, un coche se los lleva por detrás. Las tres niñas quedan muertas
en la carretera. No les dio tiempo para ver la cara de la muerte.
El conductor llama a la guardia civil y comienza la tragedia de las familias
y los pueblos.
Esta tarde ha sido el funeral en Fuensalida. El amigo Félix, el párroco ha
acompañado a las familias y al pueblo en un dolor tan grande.
He leído los periódicos y sobresalen ante mi dos dimensiones: la pobreza y
las costumbres bárbaras de las fiestas de noche.
Los datos de las familias son de personas trabajadoras y pobres. Una niña
de Escalonilla, otra de Portugal. Familias heridas por la distancia, por las separaciones,…
¡Cuánta soledad llevan a veces nuestros jóvenes en su corazón! Quizá por ello
tienen que abocarse al descontrol de una noche de fiesta.
¿Quién puede parar este descontrol de las noches de fin de semana para los
adolescentes y jóvenes? Seguro que no queremos que sigan muriendo y… entonces.
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