martes, 18 de noviembre de 2014

323. MIRAR A LAS NUBES



En castellano eso es una mala actitud. Mirar a las nubes es estar en otro sitio o, peor, no darse por enterado. Es parecido a mirar a otro lado.

Pero hay una expresión más contundente: ESTAR EN LAS NUBES. Que no es sino ser inconsciente, no estar en lo que pasa o quizá no quererse dar cuenta.

Y todavía una expresión más tremenda: VIVIR EN LAS NUBES. Se aplica incluso al que está medio loco, porque no sabe donde pisa o no se da cuenta de lo que pasa. O anda metido en su mundo y no sale de él, quien puede saber por qué.

Incluso en el libro de los HECHOS DE LOS APÓSTOLES se les recrimina a tan eminentes varones que estén mirando a las nubes, cuando hay tanto que hacer en la tierra. En fin.

Pero me vais a permitir romper una lanza a favor de mirar a las nubes (ya sé que son batallas perdidas) porque mira por donde son cada vez más los que miran a las nubes y nos traen un espectáculo impresionante en sus fotos.

Me refiero a las fotos que editan los programas EL TIEMPO (TVE1 Y A3), ¡qué maravilla! Esas formaciones malva de las tardes o las rojizas, topacio y carmesíes de los amaneceres o esas nubes oscuras-grises que parecen carbón navegando por el cielo. O esas trombas de agua que casi, casi te sienten.

Hoy todos sabemos lo que es un nimbo, o un nimbo lenticular o un rebaño de cirros desparramado hacia el oeste.

Bueno, os invito a mirar al cielo, vamos. Os invito a dejaros envolver por la belleza diaria, la que no hay que buscar en un día especial de vacaciones. Os invito a admirar ese cielo gratuito y espectacular de cada día, donde además, podéis adivinar carros, dragones, cigüeñas volando o la mano de Dios que sigue creando belleza para ti y para mi.

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