Es un cuchillo barato. Metal en la hoja y pasta de color verde claro en el
mango.
Cuando llegué a Gamonal fui recorriendo la casa en los primeros días de
estancia y en el salón de actos había un cubo con botellas de refrescos y en
una mesa un par de bandejas con embutidos. En una de las bandejas estaba el cuchillo.
En Gamonal en aquel tiempo sólo había un salón de reuniones: el de la parroquia
y se utilizaba para todo lo que necesitaba la gente del pueblo.
Mientras me hacía con unos cuantos utensilios para la comida diaria me
apropié del famoso cuchillo. Fue el primero de la breve y austera vajilla del
cura.
Pero es de esas herramientas que son buenas, que hacen bien lo que tienen
que hacer sin más alborotos. Tiene el filo dentado casi en redondo y para pelar
la fruta es ideal.
Al cabo de un par de días de estar allí en la parroquia vinieron a verme
unas jóvenes para recoger aquellas viandas (no sé para qué reunión las habían llevado)
y echaron en falta el cuchillo. Me dio vergüenza decir que lo tenía yo y además
consideraba que era un cubierto barato, así que me callé.
Desde entonces es uno de los amigos
diarios. Hace muchos años, quizá ocho o diez todas las mañanas me desayuno con
una manzana y luego el café con leche con galletas. Ya comprenderéis con qué
pelo la manzana.
Es verdad que en verano se me van los apetitos al melón para comer una
buena raja en ayunas y fresquito y para eso no me sirve el cuchillo de mango
verde.
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