¡Felicidades P. Miguel!
Ha conseguido lo que parecía imposible: que este país y, aún más, el
occidente rico, se hagan cargo de la epidemia del ébola.
¡Qué bueno, los europeos que están entre los pobres! Porque vosotros,
sacerdotes, religiosos, laicos, estáis gritando al mundo que mira para otro
sitio, el sitio de sus propios intereses. Vosotros sois capaces de utilizar la
propia vida, la experiencia de enfermedad y de muerte para que otros, todos nosotros,
sepamos que hay gente pobre que sufre enfermedades por ser pobres. Su única enfermedad
es que son pobres. Y que de esa situación nosotros, los que estamos en los países
ricos, somos responsables y no nos hacemos cargo.
Sí, ha hecho muy bien en venir a Madrid. Era el único modo para que nos
enteráramos. Algunos políticos lo criticaron. No supieron ver lo que significa
su gesto. ¿Un gasto excesivo? Porque no se trataba de buscarse un privilegio,
sino que con usted venía a España el hospital completo de san José de Monrovia.
Y sus historias, la humanidad que aquí nos falta.
Deseo que se cure de la muerte, pero deseo que esas medicinas (creo que
inventadas por una multinacional de la farmacia) lleguen a Liberia, Guinea C.,
Sierra Leona y Nigeria. A todos los que les haga falta.
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