martes, 19 de agosto de 2014

314. MÁRTIR DE LA POBREZA



El martes pasado fallecía el P. Miguel Pajares víctima del virus del ébola. Y, claro, mártir de Jesús.
Lo que pasa es que así como hay mártires de Cristo a causa de la persecución, la castidad, la caridad o la justicia, bien podríamos abrir un libro de mártires de la pobreza.

El misionero es consciente que puede morir y lo sabe. Y lo acepta como signo definitivo de su amor a Cristo y a los pobres. Puede pasar o no, pero lo sabe.

Más aún el P. Miguel que ya por mayo sabía que el mal estaba dentro del hospital y no contaban con ayudas. Y llegaba y llegaba gente enferma.

Un hermano del P. Miguel en La Iglesuela, decía estos días, que él era primero para los demás y luego para él, que siempre había sido así. Eso es saber que en medio del trabajo pastoral o de la ayuda humanitaria te puede llegar la muerte y aceptarla con valor y con gozo, entregándose a la misión encomendada.

Hace unos años murió un misionero ejemplar, el P. Domingo Moraleda, claretiano. La muerte se cruzó en su camino en Manila, donde llevaba muchos años, en un pequeño autobús de esos que van a tope por las carreteras de las ciudades pobres. Él también sabía que podía morir y se ofreció a sí mismo por los demás.

La sangre derramada de los mártires baja a las raíces de la historia y produce fruto abundante.

Le pido al Señor que el P. Miguel esté en su Reino. Que el fuego que consumió su cuerpo sea transformado por el Espíritu Santo en vestido de fiesta. Que el Señor le escuche cuando interceda por todos los enfermos del mundo, pobres.

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