221. LOS SOBRINOS DE JAÉN

Pues era, señor, que se era... un viaje deseado a Jaén. Era de las ciudades que no conocía y que había que ponerle un motivo para ir. Y fue de los más dichosos: visitar a un pareja joven en su nueva casa (que bendijimos esos días).

Mª Ángeles, la sobrina, psicóloga de profesión y trabajando en la ley de dependencia en la provincia de Guadalajara por oposición ganada en la Junta de Comunidades de CLM. José Mª, jienense, administrador de fincas urbanas y con su oficina y trabajos en esa ciudad.

Allí fui estas navidades. Mª Ángeles pasaba por malos días debidos a un virus que no le dejaba retener nada en el cuerpo y José Mª preocupado por ello. Ya todo pasó. Dimos buenos paseos por Jaén. Con Mª Ángeles y Sole pasamos un buen rato en la catedral. Muy hermosa y singular.

Es templo renacentista de mediados de siglo XVI. Cuando se seguían construyendo catedrales y templos al estilo plateresco con hondas raíces del gótico, esta catedral es puramente renacentista. Casi, casi en ruptura con el estilo anterior. Toda de piedra, de líneas geométricas, esbelta y fuerte a la vez, de cúpulas bien adornadas, donde los retablos neoclásicos encuentran un acomodo agradable, luminosa.

Pero lo que me resultó más interesante fue el sentido del presbiterio. Resulta que éste se construyó según las indicaciones de san Carlos Borromeo que a partir del concilio de Trento indicaba que el presbiterio tenía que estar accesible a los ojos de los participantes, sin barreras que obstaculizaran el VER Y CREER de san Juan (luego dirán algunos que el concilio de Trento no fue aperturista).

Y aquí les dejo la reflexión: frente a los altares góticos de las capillas mayores en las que se alzaban virtuosas rejas que ocultaban la acción litúrgica, este presbiterio hijo del concilio de Trento nos muestra la capacidad de la luz, la amplitud de espacio, la riqueza de la participación de todos. Casi, casi podría decirse que este presbiterio fue preparando las reformas del concilio Vaticano II.