No se trata de saber qué piensa el cura sobre lo divino y lo humano o sus
sentimientos sobre cómo lleva la soledad. No. Es más bien su alma de cura y muy
en concreto el espíritu sacerdotal del cura. No sé si me explico. Con tres
metáforas voy a ver si os lo sé contar.
TRATAR CON NOMBRES. Una de las tareas del cura de pueblo es la de la
gestión de la oficina parroquial. En las parroquias grandotas tienen personal de secretaría. En las parroquias pequeñas como a mí me gustan, el cura es el
oficinista también. Entre las tareas del despacho parroquial está la de
inscribir en los libros la recepción der algunos sacramentos como el matrimonio o el bautismo y
hacer copia para enviarla al archivo del obispado. Esta copia es una seguridad
para el cristiano que si lo necesita encuentra a buen recaudo ese documento.
A algún compañero cura-rural, no le gusta esta tarea y suele protestar
sobre cómo se pierde el tiempo con estas
cosas. Incluso no envía las copias al obispado…
Un compañero mayor comenta pacientemente y con cierta ironía: Ten en cuenta
muchacho que tratas con nombres propios. Es la materia con la que trabajas. Tú
tienes relación con nombres propios y es más importante que si te pusieras a
componer un soneto.
CUBO DE BASURA. Benito, el amigo psiquiatra me cuenta que su trabajo y el
mío es parecido porque él trabaja con las enfermedades de la mente y yo con las
del alma… Pero la verdad es que conozco
muchas historias inacabadas, de resentimiento y odio, de
venganzas y crueldad, de maltrato y crimen. También de traición y ofensa. Éstas
al involucrar el daño en la propia vida a veces se me hacen difíciles y cuando
voy a la oración se lo cuento a Jesús.
Pero nunca he sentido deseos de venganza ante el Señor. Es como si el Señor
me dijera: Bueno, dime que hago… Y yo
le digo: Ten piedad de nosotros, ten
misericordia y se lo repito mirando mi propio corazón.
De ese modo y poco a poco he ido comprendiendo y haciendo carne la
compasión de Jesús y su Corazón, lleno de amor.
Un compañero con el que me confieso me dice: Es que el cura es como un cubo de basura. Tiene que recoger todos los
desperdicios y cambiarlos por una túnica blanca. Es como Jesús que cargó con
todas nuestras suciedades para que nosotros fuéramos de nuevo inocentes.
LA SILLA. En el corazón del sacerdote hay cansancio muchos días. El lunes
pasado me fui al bosque, estaba fresquito. No llevé la cámara de fotos, ni el radio
para la música, ni un papel para escribir versos, ni el libro de rezar. Sólo me
llevé una silla. La acomodé, cerré los ojos y allí me estuve.
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