lunes, 30 de enero de 2012

223. MONASTERIO DE SAMOS



Estuve unos días, como cada año, de retiro y descanso. Y este año fui al monasterio de Samos. El año jubilar compostelano 1994 estuve por allí. En ese monasterio se comienza el camino para los peregrinos que desean recibir la compostela en Santiago (En total un camino de unos 110 kms). Fiado de aquellos recuerdos me tomé bastantes kilómetros de distancia entre Pulgar y aquel lugar.

Pero hoy no os contaré cosas de su historia. Quiero compartir las pequeñas anécdotas que nos hacen cercanas las personas y las cosas.

SILENCIO

Después de un montón de kilómetros y un tráfico muy intenso entre Toledo y Villalba (A42; M50; A6), llegué al oratorio del monasterio. Me senté y... en el silencio, oía como un pitido dentro de los oídos. Allí sí había silencio (al final de aquellos días ya no hubo pitido ni nada semejante).

Pero observé que el silencio para llamarse tal, necesita la complicidad de los sonidos. El primero de todos, el reloj. Lo que ocurre es que hace las amistades entre el silencio y el tiempo. El segundo, los innúmeros sonidos de una casa grande y de las personas que la habitan: un picaporte; las pisadas en el entarimado; una tos; la campanilla del refectorio; el corte de la tijera del benedictino ya anciano que poda los rosales todos los días un rato...

Ahora bien quiero señalar tres rumores del monasterio que ayudan al silencio. Está el rumor del río que es un continuo sobre el que se escriben los sonidos de cada día. Está el rumor de la lluvia fina de casi todas las mañanas. Está el rumor de los hábitos de los monjes cuando bajan la escalera principal, camino del comedor.

HOSPEDERÍA

En invierno hace frío. Muchas nieblas a la altura de la nariz. El portero cuando llegué, me dijo: ¡Cómo se le ha ocurrido venir en invierno! Era un saludo realista.

Es un veterano, cincuenta años en el monasterio, se llama Agustín, es leonés de Vecilla de la Vega cerca de La Bañeza y tiene una voz que le permite hacer de solista (es el salmista) en el canto coral de la Liturgia de las Horas. Tiene eso sí, artrosis en el tobillo izquierdo, pero como él dice, ¡Estoy derecho y puedo caminar!

El río Sarria pasa junto a los muros de la hospedería que dan al este. Dos puentes: el medieval y de la carretera actual que va a O Cebreiro. Dos escalones en el lecho, hacen notarse al río que lleva un caudal adecuado al invierno. También un pequeño acueducto. O sea, mucha humedad fría de la que se entra en los huesos. Ahora bien si te pones albarda sobre albarda, algo quitas.

REFECTORIO

El hermano hospedero, Lorenzo de acento latinoamericano, me advirtió que los monjes comen muy deprisa. Y me recomendaba que si como más despacio, no hay ningún problema, se sigue comiendo una vez que salgan los monjes.

Estas prisas a las que se han acostumbrado los monjes, creo que se deben a dos causas. Una, que hace mucho frío en el comedor, no hay calefacción ni estufas y la comida que viene bien caliente se enfría rapidito en los platos. Dos, que prefieren, creo yo, cinco minutos de descanso a cinco minutos en el refectorio. Después de las comidas hay tiempo de descanso en el monasterio (¡qué bien pensado!).

Las comidas son austeras y de muy buena calidad. A mediodía un buen plato de verduras para comenzar. Un día pusieron un guisado estupendo de puerros y patatas con bacalao. De segundos platos, empanada de carne, huevos fritos o costillas de cerdo en adobo con arroz.

Por la mañana el desayuno es diferente. No hay horario de terminar. Es abundante y cada quien va a partir de las 9:15. Mientras desayunas puedes oír perfectamente el canto del gallo que acompaña esos momentos de tranquilidad en el día.

El P. Agustín, el portero, en la despedida me preguntó qué tal había pasado estos días. Yo le dije que muy bien. Él me dijo que la prueba estaba si volvía al monasterio ¡Qué hermosa despedida!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido amigo, he leído tu escrito y me ha gustado, pero te informo de un pequeñísimo detalle, sin importancia: El padre Agustín no es "el salmista", si acaso será "uno de los salmistas". No es el único solista. esa función se la van pasando los hermanos semanalmente. Para terminar, el hospedero,hno. Lorenzo, es canario, por eso lo de su acento.
Recibe un cordial abrazo de un amigo tuyo.

manipulador de alimentos dijo...

hola! la verdad que he notado una necesidad imperiosa de acercarme al monasterio y vivir una experiencia parecida a la tuya, con bienvenidas y despedidas sinceras, que en estos tiempos que corren son mas que necesarias y poder notar al fin el silencio que tan importante es para mi. Solo un detalle importante... donde está este monasterio... si lo pongo en google salen muchos...
bueno gracias por todo y un saludo!