Ahí donde lo ven se trata
de un campamento de verano al que los jóvenes de Acción Católica le han puesto
nombre inglés en el Año de la Fe, ¡qué bien!
De la parroquia han ido
cuatro chavales que serán germen, Dios quiera, de los grupos juveniles. Y les
he ido a ver. He estado con ellos quince horas. Os cuento.
Cuando llegué en la
tarde, salían de la piscina. Los jefes del campamento y Fernando el sacerdote,
me acogieron, me saludaron y me instalaron. Frente a la habitación (varias
literas, todo limpísimo) una terraza espléndida sobre el valle y frente a
Gredos. Una visión refrescante y sólida de aquel paisaje.
Después la misa. Una
maravilla: las guitarras, los 70 niños y niñas y los quince jóvenes monitores.
La predicación y la participación de los niños. Sobre todo, emocionante,
Jesucristo en medio de nosotros con su Palabra, su Iglesia su Eucaristía.
Luego vinieron las
sorpresas. Cena adecuada a los niños y baile. Canciones conocidas por ellos que
cantaban. Ritmo y alma de fiesta entre los pequeños. Si alguien no ha visto la
alegría de vivir es que no ha visto a nuestros pequeños tan felices. Y más en
un mundo triste y bastante sucio.
Luego el juego. Lo de
encontrar la punta de obsidiana que detiene a los caminantes blancos. Lo de señalar en el mapa los huevos de dragón y
de ir enhebrando pistas para conseguir la
espada del rey. Todo esto es un lenguaje que ellos conocen perfectamente.
Se dispersaron por aquel
lugar en grupos con sus pequeñas linternas, ¡luciérnagas en la noche! Recordaba
los gusanos de luz de las noches en Caracas.
Me senté a verlos ir y
venir. Era un espectáculo lleno de imaginación y belleza.
1 comentario:
Muchas gracias por tus quince horas con nosotros, por acercar a los niños hasta Jesús con tu sencillez y por compartir esta forma tan maravillosa de ver las cosas...
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