lunes, 5 de diciembre de 2011

216. COMUNIDAD PEREGRINA




Como os he contado voy todas las semanas a llevar la Comunión a los ancianos y enfermos de la parroquia. Una parada gozosa es en la residencia de ancianos. Allí hay cuatro personas mayores que reciben la Comunión: un matrimonio y dos señoras solteras.

La experiencia es difícil a veces. Cuando la residencia tiene una pequeña capilla todo va bien. Pero en la mayoría de ellas no hay un lugar tranquilo para reunirse la pequeña comunidad de los comulgantes.

Recuerdo en una parroquia que el párroco solía llevar la Comunión y se sentaba con cada uno de los que la iban a recibir, pero... algunos otros ancianos no sólo protestaban sino que blasfemaban e insultaban.

En este caso la situación es también dolorosa. Las primeras semanas nos hemos reunido en una de las salitas de visita. Pero allí hay otras personas que no están de acuerdo con la fe cristiana y protestan. Alguno de ellos al verme entrar se marcha. Otros continúan con la conversación. En fin, hubo que cambiar de lugar.

Nos pusimos en el comedor en uno de los rincones. Allí hubo tranquilidad para celebrar la Comunión (diez-quince minutos). Pero, tampoco ha podido ser. Al parecer los personas mayores de la residencia tienen lugar fijo en el comedor y alguna persona de las que se colocan en esa mesa protestó porque no quería que en “su” mesa se reunieran para recibir la Comunión.

El último día hemos ido a la habitación de uno de los cristianos peregrinos. Hemos tenido paz y tiempo tranquilo para celebrar, escuchar la Palabra, recibir al Señor.

Ahí están nuestros mayores viviendo su martirio. A los 80 años más o menos, no pueden vivir abiertamente su fe porque otras personas, con violencia, les hacen ver que no son queridos allí.

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