Hace quince días tuve un subidón de la tensión arterial. Se juntó, trabajo y cansancio, emociones fuertes y un par de conflictos de esos que a mí me producen angustia.
Fui al médico, claro, pero yo me receté algún cambio. Primero, por ahora, no tomar café (llevaba año y medio tomando demasiado café cada día); segundo, poca sal y evitar la sal en las comidas (esto es lo que más me cuesta); tercero, ejercicio físico. Y como lo mío es caminar, pues en las mañanas, muy fresquitas en este otoño-invierno, ahí le estoy dando.
Hace unos días me llamó la atención la cantidad de pequeñas babosas que a esas horas hacían su sendero en el camino por el que paseo. Pequeñas como de dos o tres centímetros y oscuras hacen su rastro pacientemente con sus cuernitos bien despiertos. Pero un par de días después al llegar a ese sitio vi una bandada de gorriones que estaban dando buena cuenta de las babosas. Al día siguiente la población babosil casi había desaparecido. En fin.
¿Qué hacían las babosas paseando a esas horas de la mañana y tan despreocupadas, tan indefensas? Quizá no fuera otra su misión en la vida que salir a la vista de los pájaros para que éstos sea alimentaran en estos días fríos del casi invierno. Una especie de ofrenda de alimento sencillo, anónimo, que tiene como matriz la naturaleza sabia que Dios puso en marcha.
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Estuve hablando con una señora mayor de sus nietos y cayó la conversación sobre uno de ellos, adolescente. La señora me soltó un dicho que nunca había oído y que lo quiero compartir con vosotros-ustedes: ES PEOR QUE UN REMIENDO ATRAVESAO.
Me hizo gracia por lo visual y gráfico y por el sentido. Ya un remiendo es una cosa mala, pero, atravesao… eso es que no tiene solución. Hasta la próxima semana.
Fui al médico, claro, pero yo me receté algún cambio. Primero, por ahora, no tomar café (llevaba año y medio tomando demasiado café cada día); segundo, poca sal y evitar la sal en las comidas (esto es lo que más me cuesta); tercero, ejercicio físico. Y como lo mío es caminar, pues en las mañanas, muy fresquitas en este otoño-invierno, ahí le estoy dando.
Hace unos días me llamó la atención la cantidad de pequeñas babosas que a esas horas hacían su sendero en el camino por el que paseo. Pequeñas como de dos o tres centímetros y oscuras hacen su rastro pacientemente con sus cuernitos bien despiertos. Pero un par de días después al llegar a ese sitio vi una bandada de gorriones que estaban dando buena cuenta de las babosas. Al día siguiente la población babosil casi había desaparecido. En fin.
¿Qué hacían las babosas paseando a esas horas de la mañana y tan despreocupadas, tan indefensas? Quizá no fuera otra su misión en la vida que salir a la vista de los pájaros para que éstos sea alimentaran en estos días fríos del casi invierno. Una especie de ofrenda de alimento sencillo, anónimo, que tiene como matriz la naturaleza sabia que Dios puso en marcha.
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Estuve hablando con una señora mayor de sus nietos y cayó la conversación sobre uno de ellos, adolescente. La señora me soltó un dicho que nunca había oído y que lo quiero compartir con vosotros-ustedes: ES PEOR QUE UN REMIENDO ATRAVESAO.
Me hizo gracia por lo visual y gráfico y por el sentido. Ya un remiendo es una cosa mala, pero, atravesao… eso es que no tiene solución. Hasta la próxima semana.
1 comentario:
Hola Jose ramon, me ha llamado mucho la atención tú blog, me gustaria hacer algun día uno con temas que a mi me gustan y cin la visión que tengo de la vida, tal como tú lo haces,
Felicitaciones!!
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